Cayenne para Porsche, después de todo, es su motor principal de volumen. Es un hecho que, si no existiera la Cayenne la firma no podría seguir desarrollando sus icónicos autos deportivos como 911, Boxster o Cayman, o bien jamás habríamos conocido brutales creaciones como el 918 Spyder.
En el marco del pasado Auto Show de Frankfurt, se presentó la tercera generación de la Porsche Cayenne, incluso, Autocosmos fue invitado a un Workshop de tecnología para conocer todos los adelantos de la nueva entrega que debiera llegar a nuestro mercado en los próximos meses. Sin embargo, hoy no hablamos de la próxima Cayenne, sino de la actual y de cómo, gracias a una idea bastante loca, se dio la oportunidad de despedirla de la mejor forma posible, demostrando que prácticamente no existe camino que no pueda dominar.
La Expedición Cayenne, protagonizada por una Cayenne S (V6 biturbo de 3.6 litros con 420 hp) dio inicio el pasado 9 de noviembre en Uruguay y luego de recorrer 15 países, finalizó en la distribuidora Porsche Interlomas, ubicada en Huixquilucan, Edo. Mex, En donde el embajador y coleccionista Magnus Walker tomó el volante durante la última etapa, desde el puerto de Veracruz hasta la Ciudad de México.
Pero un poco antes, cuando la Expedición Cayenne tocó territorio nacional, Autocosmos y otros dos medios invitados (incluso la firmamos), tuvimos la oportunidad de ser parte de la Expedición Cayenne y manejar parte de la ruta que atravesaría México desde Chiapas, hasta la meta.
Penúltima etapa, San Cristobal - Veracruz
Tomamos el volante en San Cristobal de las Casas, Chiapas, con dirección hacia Veracruz, la penúltima etapa, lo primero que llamó mi atención fue la Cayenne parecía haber salido de la agencia esa misma mañana, estaba en condiciones verdaderamente impecables; carrocería, pintura, rines, todo lucía en perfecto estado, pasados unos minutos ya en la ruta, me volví a sorprender al corroborar que no había un solo ruido en el interior, era como si la Cayenne no hubiera rodado más que unos cuantos kilómetros en la ciudad (cabe recordar que atravesó desiertos, kilómetros de caminos de terracería y buena parte de las carreteras en estado francamente deplorable, como ya sabemos que son en Latinoamérica), que admitámoslo es lo que sucede con una buena parte de estos autos, en muchos casos, tristemente sus propietarios jamás llegan a conocer las capacidades reales que tienen.
Sin embargo, la Porsche Cayenne no solo es, como buen exponente de la marca, tremendamente capaz en el asfalto o en la pista, sino también fuera de ellos.
Seguramente estás pensando que se trataba de una Cayenne modificada y adecuada para la travesía, en realidad no, la única especificación era la presencia del paquete off road que es opcional y que incluye una suspensión neumática con regulación de altura y sistema 4x4 con bloqueo de diferencial. Fuera de eso, ninguna alteración, bueno inicialmente sí llevaba otra, una placa metálica que fue instalada en la parte baja con la idea de proteger carter, caja y diferencial, pero tuvo que ser removida porque guardaba demasiada temperatura.
Sorprendentemente, a lo largo de los poco más de 17 mil km previos a la llegada a México, la Cayenne solo sufrió de un par de fisuras en el parabrisas, debido a las piedras en las zonas de terracería, una llanta pinchada y fue todo. En algunos lugares, también fue necesario agregar un aditivo Octane Booster, debido a que la calidad de la gasolina algunas zonas rurales del continente es pésima.
De vuelta en la ruta, ésta se dio sin ningún contratiempo, aunque el ritmo a veces era elevado, no porque se tratara de una ruta con una meta muy específica de kilometraje y tiempos de llegada al final, fuimos demasiado cuidadosos. Al contrario, las velocidades promedio fueron entre 140 y 150 km/h, con algunos tramos donde superamos los 180 km/h.
Paramos a comer en Coaztacoalcos, en donde ya nos esperaba una lluvia ligera pero constante, para cuando retomamos la ruta, ya había mucho viento, al grado que el Drone que haría las tomas de foto y video en el malecón no pudo despegar. De ahí en adelante, tuvimos lluvia en todo momento, a veces más que otras, pero no dejó de caer agua hasta que llegamos al puerto de Veracruz en la noche, donde algunos fanáticos de la marca, miembros del Club Porsche, ejecutivos y Magnus Walker se sumaron al convoy que a partir de ese momento se hizo enorme.
Última etapa, Veracruz – CD de México
La última etapa estaba reservada para Magnus, con lo cual nuestro papel quedó relegado al de espectadores y miembros del convoy, la salida del Porsche Center de Veracruz fue puntual, a las 8 am, una parada para fotos en el malecón, justo a un costado de las instalaciones de la Marina y del emblemático Hotel Emporio, en donde por cierto, ya no pueden entrar carros. Por lo que conseguir la autorización tomó un tiempo.
De vuelta en la carretera, el objetivo era llegar a comer en Puebla, obviamente platillos típicos, no desperdicié la oportunidad de disfrutar de un buen mole poblano, pero la charla se extendió de más, con lo cual retomamos el camino más tarde de lo programado.
Adicionalmente, no me pregunten por qué, se tomó la decisión de entrar a la Ciudad de México por la carretera de Cuernavaca, con lo cual tomamos la carretera de Atlixco. Un buen tramo en obra, combinado con granizada que desquició la ciudad, provocaron que llegáramos a nuestro destino dos horas y media después de lo programado (sí, yo tampoco logro entender como nos las arreglamos para salir 8 am de Veracruz y llegar 9:30 pm a México). Eso sí, el ambiente de alegría y celebración se mantuvo intacto, tanto los fanáticos de la marca que esperaban a la caravana en Porsche Interlomas, como los que veníamos en ella conservamos el entusiasmo, hasta que Magnus entró a la agencia manejando y concluyendo así la épica travesía.
Antes de que aquello se transformara en una fiesta, a manera de teaser, Porsche develó la nueva Cayenne, con lo cual, la expedición también representó un cambio simbólico de la estafeta, entre la generación saliente y la próxima.