Nissan está fuertemente atada al mundo del deporte motor, con décadas de historia y hazañas que cientos de marcas ya quisieran tener. En uno de sus muchos esfuerzos en las pistas, Nissan creó un híper auto que sin duda alguna los hubiera puesto a la altura del Ferrari F50 contemporáneo o de un McLaren F1. El Nissan R390 GT1.
El mundial de resistencia a finales de los 90 había recibido un cambio importante de regulaciones con los que se estipulaba que las marcas participantes debían crear y homologar un auto de calle basado en el auto de carreras con el que competirían. Algo similar a cómo se presenta el campeonato en nuestros días.
Sin embargo, en aquel entonces solo necesitaban homologar un auto, mismo que podrían vender o no al público. Además de ello solo era necesario que el auto homologado pasara una prueba de seguridad mínima por lo que el costo de homologación no era tan alto como en otros casos.
Para lograr su inscripción en el campeonato de resistencia Nissan creó dos R390 GT1 de calle, uno de ellos fue destruido en las pruebas de seguridad que debían aprobar para recibir la homologación y solo el otro modelo pudo sobrevivir y hasta la fecha sigue formando parte de la colección de la marca.
Su construcción estuvo a cargo de Tom Walkinshaw Racing, una empresa especializada en la fabricación de autos de carreras, así como de componentes para los mismos. Podríamos decir que algo similar a lo que hemos visto hacer a Prodrive.
Para el R390, TWR usó un chasis ya conocido, pues era el mismo que usó el Jaguar XJR-15 que derivó del XJR-9 con el que la marca británica compitió a finales de los ochenta en el mismo campeonato. El motor por su parte sí sería una obra de Nissan y su rama de alto desempeño NISMO.
Para impulsarlo Nissan tomó prestado el motor VRH35L de otro auto de resistencia con el que compitieron años atrás y junto a TWR le dieron un kit biturbo a este motor V8 de 3.5 litros con lo que pudieron extraer 550 hp. Todo el poder se iba solo al eje trasero a través de una caja secuencial de 6 marchas que prácticamente era la mima que usaba el auto de carreras, aunque con ligeros ajustes para permitir un manejo más “normal”.
Gracias a su construcción ligera, el auto marcaba tan solo 1,100 kg en la báscula. Era tan ligero como un Mazda MX-5. Justo por ello era capaz de hacer el 0-96 km/h en en 3.9 segundos y llegar a una velocidad tope de 354 km/h.
A nivel estético se notaba completamente su enfoque de ser un auto de carreras primero y después uno para calle, desde su silueta, las llantas, rines, forma de la cabina y más nos dejan más que claro lo anterior. Eso sí no era un auto tan pequeño que digamos; tenía una longitud de 4.7 metros de largo y 2 metros de ancho por 1.1 metros de alto.
La idea de un Nissan capaz de pelear con lo mejor de Ferrari, Lamborghini, Mercedes, Porsche y McLaren maravilló a más de uno, por lo que incluso la marca barajó la posibilidad de producirlo en una tirada muy limitada. Sin embargo, al final del día la marca se decidió centrar en otros proyectos, por lo que el R390 GT1 solo cuenta con un ejemplar en todo el mundo.
En su momento el modelo de producción debió haber tenido un precio de $1 millón de dólares, actualmente su valor se ha multiplicado por su rareza e historía.