El mítico óvalo del Indianápolis Motor Speedway fue escenario de una singular carrera de autos, pero sin pilotos. Nueve monoplazas Dallara AV-21 provistos con sistemas de conducción autónoma se midieron en el marco del Indy Autonomous Challenge (IAC), una carrera que entregó un millón de dólares en premios.
Los equipos, conformados por estudiantes de todo el mundo, recibieron como insumo base un monoplaza y el mismo equipamiento tecnológico que incluía captores, sensores, cámaras, GPS y radares.
“El objetivo de esta iniciativa es claro: demostrar que la tecnología autónoma puede funcionar en condiciones extremas”, explicó Paul Mitchell, de la firma ESN, una de las organizadoras del evento.
En principio, los autos competirían juntos, como en las carreras habituales, pero los organizadores cambiaron de idea porque no todos los equipos llegaron en las mejores condiciones. En consecuencia, el desafío consistió en dar dos vueltas rápidas y se consideró ganador al vehículo con mejor promedio de velocidad.
El duelo lo ganó el equipo TUM Autonomous Motorsport, de la universidad alemana Technische Universität München, cuyo monoplaza promedió 219 km/h con dos giros perfectos, a diferencia de los otros rivales que tuvieron varios inconvenientes para que sus autos llegaran a la meta.
El Robocar, fabricado por Roborace, tiene desde 2019, el récord oficial de velocidad para un coche autónomo, con 282 km/h, pero en línea recta, en una pista de aterrizaje y no en un circuito.
Los autos autónomos aparecen como el próximo gran desafío de la industria automotriz, que en la actualidad alcanzan el nivel 3, lo que les permite a los vehículos realizar ciertas acciones con la supervisión del conductor.
Se fantasea con la idea del automóvil autónomo desde la década de 1950, pero recién en el último lustro aceleró su impulso. La mayoría de los grandes fabricantes de automóviles desarrollan sus propios proyectos y lo hacen principalmente en colaboración con gigantes tecnológicos, como Amazon, Microsoft o Cisco.
Sin embargo, un sondeo publicado el mes pasado por Morning Consult evidenció que 47% de los estadounidenses considera a los vehículos autónomos menos seguros que los conducidos por personas.
En este contexto, el IAC podría cambiar esa percepción. “Si la gente se acostumbra a ver que los autos autónomos corren a 300 km/h sin accidentarse, se convencerán de que a 50 km/h son seguros”, afirmó Sergio Matteo Savaresi, profesor del Politécnico de Milán, quien supervisó al equipo PoliMOVE.
El segundo objetivo de IAC es permitir la transferencia de tecnología. “Varios equipos planean publicar su programa, en acceso abierto, después de la carrera”, afirmó Mitchell. “Por lo tanto, algunos de los algoritmos de inteligencia artificial más avanzados estarán disponibles para la industria y empresas emergentes, o para que aprovechen otras universidades”, culminó.